martes, 4 de noviembre de 2025

El paraiso perdido


Hay obras que no se ven: se atraviesan.
El paraíso perdido de César Brie pertenece a esa estirpe de teatro que no se deja mirar desde afuera, porque nos incluye, nos llama por el nombre y nos sienta en la mesa de los recuerdos. Diez años después de su estreno, volver a verla en Dumont 4040 no fue solo presenciar una función, sino asistir a una ceremonia. Una celebración y un homenaje a ese lenguaje tan propio, tan Brie: entre la poesía y la herida, entre la ternura y la intemperie.

La obra pregunta —como si esas preguntas no tuvieran nunca una sola respuesta—: ¿Dónde están los paraísos perdidos? ¿Quiénes los habitan? ¿En qué parte del cuerpo los cargamos? Y es ahí donde la puesta se vuelve luminosa: en ese intento de buscar lo que ya no está, pero todavía duele. En esa danza entre lo que recordamos y lo que inventamos para poder seguir.

El escenario —una pista de baile o el patio de una casa donde se amó, se lloró y se creció— es territorio de evocaciones. Fragmentos de familia, retazos de tiempo, miradas que reconstruyen una identidad colectiva, la de una generación que conoció el paraíso y la pérdida. Los cuerpos narran, confiesan, se acercan; cada gesto parece decir que la memoria no se apaga, que sigue ahí, esperando ser dicha una vez más.

Brie consigue, con la delicadeza que lo caracteriza, unir lo íntimo con lo universal. Su teatro, tan personal, tan humano, tiene algo de rito antiguo: se sale de la sala con la sensación de haber tocado una verdad. Una verdad frágil, pero cierta.

El paraíso perdido es una obra muy hermosa, muy angelada, a pesar de su crudeza. Un teatro que abraza mientras duele, que ilumina las grietas y nos recuerda que, a veces, el paraíso no se perdió: solo cambió de lugar. (Meche Martinez)

#ElParaísoPerdido #CésarBrie #TeatroIndependiente #CríticaTeatral #Dumont4040 #TeatroArgentino #LaMagiaDeProbar #TeatroQueAbraza

 

Intérpretes: Juana Banchoff TzancoffAbril ColletSofía DiambraEugenia FloritSebastian GuiGabriela LedoMicaela LifschitzBlas NielsenIgnacio OrregoAlejandro ParenteLiza Karen Taylor

Vestuario: Juana Banchoff Tzancoff

Música original: Pablo BrieMatías Wilson

Fotografía: Soledad LareoGabriel Riesco

Arte Gráfico: Alejandro Osses

Asistencia artística: Flor Micha

Director Repositor: Gabriela Ledo

Prensa: Carolina Alfonso

Dirección: César Brie

DUMONT 4040
Santos Dumont 4040 
(mapa)
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Web: 
http://instagram.com/dumont4040
Entrada: $ 23.000,00 - Domingo - 16:00 hs - 16/11/2025

 

Mordida

En Mordida, Pablo D’Elía construye una trama que indaga con sutileza y profundidad en los pliegues de la identidad y los vínculos. Dos hermanos, Lucas y Mora, en su afán por hallar inspiración para su proyecto cinematográfico, se topan con Carolina, una joven que participa en el casting para el papel principal y despierta en ellos —y en la propia historia— una serie de interrogantes sobre el ser y el parecer, sobre la actuación dentro y fuera del escenario de la vida.

Paralelamente, Joaquín y Paula atraviesan una crisis que desnuda las tensiones del amor, del deseo y de la comprensión mutua. Este contrapunto entre los hermanos y la pareja ofrece un espejo doble donde la búsqueda artística y la emocional se entrelazan, revelando que toda creación, en el fondo, es también una forma de exponer las propias heridas.

El elenco —Ananda Li Bredice, Pablo D'Elía, Julieta Greco, Marcos Ribas y Agostina Inella (la jovencita hizo torazo maravilloso) —  sostiene con gran verdad cada escena. Hay entrega, escucha y una organicidad que potencia la verosimilitud del texto. La dirección del propio D’Elía es precisa y sensible: respira con los actores, les da espacio, ritmo y densidad emocional.

Mordida es una obra coherente, íntima y profundamente humana. D’Elía reafirma aquí un teatro que valora los lazos reales, que ilumina las zonas más frágiles de los vínculos y las convierte en materia poética. Una propuesta que muerde justo donde duele… y ahí mismo, conmueve. (Meche Martínez)



#TeatroIndependiente #Mordida #PabloDElía #CríticaTeatral #AnandaLiBredice #JulietaGreco #MacarenaSuarez #MarcosRibas #TeatroArgentino

Dramaturgia: Pablo D'Elía

Actúan: Ananda Li BredicePablo D'ElíaJulieta GrecoMarcos RibasMacarena Suarez

Diseño de vestuario: Daniela Dearti

Diseño de escenografía: Antonela Fucenecco

Realización de escenografia: Mariano Salvador CastilloAntonela Fucenecco

Redes Sociales: Sofía Puchulú

Música original: Francesco Piubel

Diseño De Iluminación: Lucas Orchessi

Asistencia de dirección: Sofía Puchulú

Dirección:  Pablo D'Elía

PATIO DE ACTORES
Lerma 568 
Capital Federal - Buenos Aires - Argentina
Teléfonos: 4772-9732
Web: 
http://www.patiodeactores.com
Entrada: $ 17.000,00 - Viernes - 20:00 hs - Del 14/11/2025 al 21/11/2025

 

 

Premios Hugo 2025



Por Meche Martínez

Los premios existen, dicen, para reconocer lo mejor. Pero en el fondo, sospecho que son una excusa más humana y luminosa: reunirnos. Aplaudirnos. Mirarnos de cerca. Confirmar que seguimos siendo parte de una misma familia de locos que creen en el arte como salvación.

Los Premios Hugo son la gran fiesta del teatro musical argentino. Nacieron para abrazar a una comunidad inmensa de talentos: actores, cantantes, coreógrafos, músicos, técnicos, soñadores. Y aunque no es el género que más frecuento —yo, más amiga del texto que del tap— debo reconocer que allí hay una energía difícil de describir: una mezcla de destreza, entrega y pasión que contagia, incluso a los más literarios del clan.

Los premios, en general, nos regalan ese momento en que alguien nos señala, nos distingue, y por un instante creemos que todo el esfuerzo valió la pena. Nos permiten agradecer en voz alta —a los que están, a los que partieron, a los que fueron el motivo o la excusa— y que esas palabras, dichas entre lágrimas y luces, queden resonando en la tierra o se eleven hasta el cielo.

También nos regalan la posibilidad de usar ese vestido guardado “por si acaso”, de abrazar sin apuro, de encontrarse con colegas y amigos con quienes casi nunca hay tiempo para brindar. Y de paso, de sentirnos, aunque sea por una noche, en los Oscar de nuestra propia película.

Por supuesto, uno siempre piensa que algunos premios son más merecidos que otros, que ciertos nombres faltaron, o que los empates deberían haber sido muchos más. Pero así son los premios: una mezcla de justicia, emoción y subjetividad, condimentada con un poquito de azar y bastante afecto.

Anoche, en el Teatro Coliseo, lo que más se respiraba era alegría. Esa alegría genuina de los artistas cuando saben que, más allá del resultado, forman parte de algo que los trasciende. Y eso, me parece, es el verdadero premio.

(Meche Martínez)

 

viernes, 17 de octubre de 2025

“El Debate”:

 

Cuando la historia vuelve a hablar

Hay obras que logran mucho más que representar un hecho histórico: logran hacerlo latir otra vez. “El Debate”, dirigida con precisión y sensibilidad por Manuel González Gil, es una de esas piezas que trascienden el escenario para transformarse en un documento vivo, un espejo que refleja las cicatrices, los desencuentros y las pasiones de un país que sigue debatiéndose entre su pasado y su porvenir.

El texto recrea el cruce histórico entre Agustín Tosco y José Ignacio Rucci, dos líderes sindicales que, desde sus diferencias, simbolizan las tensiones profundas del movimiento obrero argentino y de la sociedad toda. Pero lo que sucede en escena va más allá de la reconstrucción: es una experiencia teatral inmersiva y conmovedora, donde el eco de aquellos discursos resuena con una fuerza casi física, recordándonos que la historia nunca deja de repetirse, que el debate sigue abierto, y que cada palabra tiene el peso del presente.

Enrique Dumont, tan parecido a su padre que emociona, logra una composición que conmueve desde la verdad. Su interpretación tiene el pulso exacto de quien encarna la herencia, pero también la transforma. Cada gesto, cada mirada, cada silencio suyo tiene una profundidad que toca fibras íntimas. Hay en su actuación una mezcla de respeto y rebeldía, de memoria y reinvención. Es imposible no pensar —y sentir— que su padre estaría orgulloso.

Gabriel Rovito, por su parte, compone un Tosco de una potencia estremecedora. Su trabajo es físico, intenso, pero también lleno de humanidad. No hay caricatura ni solemnidad: hay vida. Rovito logra que Tosco vuelva a caminar entre nosotros, con su ética, su pasión y su dolor. Es un trabajo brillante, cargado de verdad y compromiso, que deja huella mucho después de que caiga el telón.

Cada palabra en esta obra se vuelve dura, profunda, increíblemente actual. En un contexto donde las tensiones sociales y políticas parecen no haberse disuelto del todo, “El Debate” no solo mira hacia atrás: nos mira de frente. Nos desafía a tomar partido, a reflexionar cuánto hemos aprendido —o cuánto hemos olvidado— desde aquel primer encuentro de 1973.

“El Debate” no es solo una obra. Es una conversación con la historia, un llamado a la memoria y, sobre todo, una advertencia. Nos recuerda que las heridas abiertas del pasado no se cierran sin diálogo, y que la polarización sigue siendo uno de los grandes peligros de nuestro presente.

Este espectáculo confirma que el teatro puede ser, todavía, un acto político, emocional y profundamente humano. Porque “El Debate” no se ve: se siente. (Meche Martínez)

 

Autoría: Manuel González Gil

Actúan: Joselo BellaMiguel Angel CoreSebastián DartayeteEnrique DumontFrancisco González GilGabriel Rovito

Vestuario: Claudio Hock

Escenografía: Lula Rojo

Redes Sociales: Sabrina Silva

Música: Martin Bianchedi

Diseño De Iluminación: Manuel González Gil

Producción ejecutiva: Marcelo Francia

Producción: Mym

Dirección: Manuel González Gil

Teatro El Tinglado, Miércoles 20:30 hs

 

lunes, 13 de octubre de 2025

Cyrano de Bergerac en Gira

 


Hay algo profundamente hermoso en ver cómo un clásico sigue respirando entre nosotros, cómo el teatro sale de los templos y camina por los barrios, las provincias, los auditorios, sin perder su alma. Cyrano de Bergerac de Edmond Rostand en traducción y adaptación de su director Willy Landin y con Gabriel “Puma” Goity al frente, logra ese milagro: llevar la poesía, la pasión y la herida del héroe hasta el corazón de la gente, sin artificios, sin solemnidades, pero con una teatralidad intacta, brillante, conmovedora.

Lo que sucede en el escenario es una comunión entre lo antiguo y lo vivo. La dirección —sensible, precisa, sin alardes— deja que el texto respire, que los cuerpos digan lo que la palabra no alcanza. Nada sobra, nada falta. El vestuario, la escenografía y la música dialogan con naturalidad, sin imponerse, dejando que la historia se despliegue con una frescura que hace olvidar los siglos que la separan de hoy.

El Puma Goity compone un Cyrano tan humano como trágico: su verbo es arma y refugio, la nariz, emblema y condena. Su interpretación combina humor, melancolía y una ternura feroz. Frente a él, y con ese gran equipo de artistas como y lo acompañan María Abadi, Mariano Mazzei, Ricardo Cerone, Daniel Miglioranza, Larry de Clay, Fernando Lúpiz, Pablo Palavicino, Hernán Jiménez entre otros artistas destacadísimos.  El amor, la guerra, la amistad, el sacrificio: todos los temas, siguen siendo nuestros abrazados y con dirección artística de Dolores Ocampo quien suma mucho a la magia y sensibilidad de esta pieza teatral. 

En el Auditorio de Belgrano, lleno hasta el último asiento, se sintió eso que solo el teatro puede producir: la respiración colectiva, el silencio expectante, y al final, la ovación de pie, como un abrazo y hasta la arenga de cancha pero en teatro. 

Es un placer ver un clásico que no envejece porque quienes lo hacen lo habitan con verdad. Cyrano de Bergerac sigue siendo, en esta versión, un espejo de lo que somos: los que amamos a destiempo, los que escribimos desde el anonimato, los que luchamos con palabras en medio del ruido.

Y ahí, en escena, el teatro sigue haciendo lo que mejor sabe hacer: recordarnos que estamos vivos. Excelente! (Meche Martínez) 


domingo, 12 de octubre de 2025

Una película sin Julie

Hay obras que logran envolver al espectador sin artificios, apenas con la potencia de una presencia, una voz, un piano, y el eco de una historia que respira entre luces y silencios. Una película sin Julie es una de esas piezas.

Lucía Gandolfo brilla en escena con una intensidad conmovedora. Su actuación tiene el pulso de lo cinematográfico y la verdad del teatro más vivo: una actriz que encarna, que canta, que habita la emoción sin excesos, con un registro interpretativo que combina humor, melancolía y una elegancia natural.

A su lado —o más bien, en una conversación íntima y musical con ella—, Fernando Albinarrate teje desde el piano una partitura emocional que sostiene toda la trama. No acompaña: dialoga. Su música no es fondo, es alma. Textos y canciones originales se entrelazan en un relato que parece construido con la nostalgia de lo que se perdió y la ironía de lo que aún puede recuperarse.

La dirección de Julio Panno (sí, el mismo de Personas, lugares y cosas) vuelve a demostrar su talento para explorar la fragilidad humana. Panno sabe mirar a sus intérpretes y darles aire para desplegar su universo. Su puesta, precisa y sensible, acentúa el carácter íntimo de la obra, donde cada pausa tiene sentido y cada gesto deja una huella.

La escenografía despojada de Ariel Hevia funciona como un espacio mental más que físico: un set sin cámara, un rodaje de la memoria donde los recuerdos se reescriben a cada canción. Todo está donde debe estar, sin adornos, pero con una funcionalidad poética admirable.

"Una película sin Julie" es, en el fondo, una metáfora sobre el arte y la ausencia, sobre lo que queda cuando el amor o la ficción terminan. Un homenaje a lo efímero, a los finales abiertos y a la belleza de seguir buscando. 


Una joya delicada y sincera que sucede cada martes a las 20:30 en la Sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza, para recordarnos que a veces el mejor cine ocurre sobre un escenario. (Meche Martínez)

 

 

Mika Solo Set

 


Producido por Orca Fims

Hay espectáculos que trascienden la escena y se convierten en un abrazo. “Mika Solo Set”, con la inconfundible sensibilidad de Manu Fanego, es uno de ellos. Lo que se despliega en escena no es solo una obra musical: es un ritual de humanidad, una pequeña fiesta de emociones donde lo íntimo se vuelve universal.

Desde el primer acorde, Mika —esa criatura escénica nacida en Frankfurt y renacida en cada ciudad que pisa— nos invita a entrar en su mundo: uno poblado de risas, confesiones, ternuras y fugas. Su acordeón no es un simple instrumento, sino una extensión de su cuerpo y su historia; un puente entre la nostalgia y el juego. Y Fanego, con su inagotable histrionismo, se transforma en un anfitrión generoso, de esos que abren la puerta y te ofrecen una copa de su alma.

Lo bello de “Mika Solo Set” es que, aun con su humor chispeante y su ritmo ágil, no deja de rozar la emoción más profunda. Las canciones brotan como pequeñas postales de vida: relatos que destilan filosofía y poesía, con esa sabiduría que solo otorgan los caminos recorridos con coraje. En la escena, Mika no interpreta: vive, cuenta, respira arte. Cada gesto, cada silencio, cada nota, parece tejido con una dulzura que desarma y una gracia que redime.

Bajo la co-dirección del mismo Manu Fanego y Jorge Thefs, el espectáculo encuentra un equilibrio admirable entre la comedia y la emoción, entre el relato y la música. Todo fluye con naturalidad, como si el público formara parte del viaje, sentado alrededor de una mesa imaginaria donde se comparten historias y canciones al calor de la confianza.

“Mika Solo Set” es una experiencia luminosa, de esas que uno quisiera que no terminen. Es un canto al ser diferente, al ser libre, al ser simplemente uno mismo. Y en esa libertad que Fanego despliega con maestría —jugando, cantando, contando, siendo— hay algo profundamente conmovedor: la certeza de que el arte puede todavía reconciliarnos con la vida.

Un canto luminoso a la vida errante. Una maravilla dulce, graciosa y auténtica, donde el humor y la ternura bailan juntos, y donde Manu Fanego confirma, una vez más, que lo suyo no es solo talento: es presencia, entrega y verdad.

 “Mika Solo Set” es un viaje hacia el corazón, guiado por un artista que sabe que la música —como la vida— solo tiene sentido cuando se comparte. (Meche Martínez)


Idea:
Mika De Frankfurt
Actúan:
Mika De Frankfurt
Vestuario:
Sandra Szwarcberg
Peinados:
Maru Garcia
Maquillaje:
Maru Garcia
Diseño de arte:
Uriel Cistaro
Música original:
Mika De Frankfurt
Letras de canciones:
Mika De Frankfurt
Stage Manager:
Lali AlvarezJuliana Ortiz
Diseño De Iluminación:
Jorge Thefs
Producción:
Orcafilms
Colaboración en dramaturgia:
Jorge Thefs
Puesta en escena:
Jorge Thefs
Dirección general:
Manu FanegoJorge Thefs

Lunes 6 de octubre a las 20hs en La Tangente (Honduras 5317, CABA).

El paraiso perdido

Hay obras que no se ven: se atraviesan. El paraíso perdido de César Brie pertenece a esa estirpe de teatro que no se deja mirar desde afuer...