Es cantado
y acompasado como un vals que Juan Carrasco es Jauretche, por su convicción,
por sus ideales y por su coherencia como persona. Como artista, demuestra en
esta propuesta que dicen llevó 3 años de trabajo, una composición íntegra y sin
fisuras.
Le calza
perfectamente, pues quienes leemos sus posts, comprendemos que hay temas
sociales que no le son ajenos y no solamente eso, su compromiso es tal que por
momentos, si uno cierra los ojos sobrevuela Arturo Jauretche con sus
experiencias tan reales, definidas y crudas.
Sin
liviandad, interpreta al periodista bisagra para contar la realidad, en unas
épocas donde su palabra incidía en el voto de la gente y era fundamental,
tenerlo de su lado.
Jauretche y
Carrasco podrían comer en una mesa, fumarse un cigarro (aunque Juan no fume),
tomarse unos minutos para ver el afuera, al niño que pide monedas y juntos
hablar de la dignidad, de la pobreza, de los corruptos y de los ladrones que
ya, desde esa época, se vienen devorando el país.
La obra cuenta
la historia del filoso comunicador, que comprometido por demás con la realidad,
sacrificaba su propia integridad con tal que las injusticias no quedaran
veladas, las contaba y las comunicaba como podía y se le permitía pero sin
purismos.
Los últimos
tres días de su vida se cuenta en esta pieza teatral, desde el 23 al 25 de mayo
de 1974, día en que murió, pero toda la actuación que despliega Carrasco junto
a Claudia Portas (esposa de Jauretche) y Fabián Guzmán (militante), reviven ese
momento histórico de un hombre que hizo una causa fundamental para el momento.
Cabe
destacar el libro del mismo director Guillermo Salz, que construyó junto al
equipo creativo de actores, un eje fundamental dramático, que vale la emoción
desde el comienzo al final. ¡Para ver donde se dé y fundamental para que los
jóvenes conozcan a Arturo Jauretche! ¡Muy recomendable! (Meche Martinez)
El teatro es ficción. Si bien ciertos pasajes han sido acontecimientos realmente ocurridos, son evocados por necesidad creativa. La pieza plantea el problema de transferir experiencias de generación en generación. En este caso, con los jóvenes que tomaron las armas en plena democracia con Perón en el gobierno. En torno a este punto se configura el conflicto dramático entre el viejo luchador y el joven idealista que lo quiere como a un padre y viceversa. Don Arturo presiente la cercanía de la muerte y nos deja un legado, su vida como ejemplo; sus palabras y sus acciones nos interpelan en nuestro dramático presente. El autor.
Ficha técnico artística
Clasificaciones: Teatro, Adultos
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