martes, 20 de agosto de 2019

Recuerdos a la hora de la siesta


Nos acomodamos al lenguaje de Marìa Elena Walsh, y pasaran tiempos eternos, pero ella siempre quedará en nosotros  y renace de nuevo en “Recuerdos a la hora de la siesta”. La obra quiere desde distintas aristas evocar pero sin embargo tiene un claro sello Dionisi, que quien conoce su estilo y su forma,  puede reconocerlo. A pesar de manejar una puesta totalmente desde el lenguaje musical, con guiños continuos hacia la evocación, tanto las canciones como la apuesta a intercalar títeres y coreografías muy dinámicas, vuelve al infantil risueño, empático, bello y creativo, pleno de viajes a través del tiempo, lleno de poesía, mucho humor y mucho amor.  María es la protagonista de este viaje imaginario, y la niña es tan angelical como perspicaz. Por eso para que las horas no la aburran, cuando se supone que a la hora de la siesta ella debe dormir, lee y mediante esa lectura imagina un mundo lleno de colores, de música, de baile, de amigos visibles e invisibles y lleno de valores humanos. Tomar el te o la leche con tanta gente no se puede, pero en el mundo de la niña todo es posible, pues la fantasía y el juego van libres dentro de su cabecita. Pero no podía ser de otro modo cuando la dramaturgia y la puesta la tiene el gran Emiliano Dionisi, que ya no tiene techo creativo, entonces, el niño grande que tiene siempre presente, lleva a su personaje a su casa, al médico, al colegio y a que nade entre títeres a la hora de la siesta. En su mirada no hay “malos”, hay formas de ver las circunstancias que se le presentan. Sin embargo Emiliano creador nunca descuida a sus actores y actrices, porque èl también lo es, entonces se encarga de sacar de ellos lo mejor. “Detrás de toda gran obra, hay un gran artista y una manera distinta de ver el mundo,  las obras son puentes que estos artistas nos tienden para invitarnos a redescubrirnos, a mirar la vida de otra manera. A María, esa inmensa creadora, nuestra eterna gratitud”, dice Emiliano el dramaturgo, el director, el artista. Él sabe de qué habla porque siempre será un agradecido. Los sueños en el teatro no se esconden, acompañan el vuelo, aquí desde la acomodadora que inicia el viaje, hasta la niña nos llevarán a los encantos de no dormir la siesta, de preguntar y repreguntar y proponer la belleza en forma de música, de canciones, de coreografías luminosas, de historias por contar, de expresiones por creer, de vivir un dar y recibir en una horita y pico.  Excelente y de excelencia, bien Dionisi. (Meche Martinez)

María es una niña con una imaginación con alas. Una experta en encontrar historias escondidas a la vista. A la hora de la siesta, cuando se supone que duerme, devora voraz cuanto libro se atreva a pasar por sus manos. Hay días en que los personajes que crea en su cabeza se le aparecen todos juntos a tomar el té y no hay lugar en el living de su casa para semejante reunión. Y sí, no es fácil tener diez años y una imaginación alada. Recuerdos a la hora de la siesta es una invitación a imaginar la infancia de María y su peculiar forma de ver el mundo. Una celebración del juego, la fantasía y la libertad.
“Detrás de toda gran obra, hay un gran artista y una manera distinta de ver el mundo”, dice Emiliano Dionisi, autor y director del espectáculo. “Las obras son puentes que estos artistas nos tienden para invitarnos a redescubrirnos, a mirar la vida de otra manera. A María, esa inmensa creadora, nuestra eterna gratitud”.




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