Quien sabe lo
que es acompañar el final del recorrido, la intensidad de ese tiempo y lo duro
del momento, entenderá esta película como una poesía sólida, cargada de
sentimientos profundos y quizá, de modo dulce, hasta puede acompasar una vivencia
real o un recuerdo pasado.
Así se
entiende “La larga vida de los recuerdos”, un cúmulo de hondas historias, que juntan
relatos en ejercicio de la memoria que hace su realizadora para compartir la
vida misma, ese montón de situaciones difíciles que se resignifica cada vez que
vemos una película como esta.
La muerte
como temática convocante, esa desconocida que aparece en las instancias que uno
menos espera, o que pide que llegue para poner ese punto final a la tristeza, a
la angustia, al dolor, que es mas duro que su aparición con su incierto ser.
Aquí… dos mujeres añorando a un mismo
hombre, un anciano de regreso a su juventud, un pueblito rural de propios
recuerdos, y una madre de reencuentro con un hijo.
La película no
se priva de mostrar lo incierto y lo desconocido, como tampoco, la aparición de
esos fantasmas que se reúnen para traer el pasado o evocar lo mas sensible. La
música y la fotografía acompaña entrañablemente esos tiempos, en que la
narrativa es a fondo y cruda, pero tal vez si uno lo ve en fotogramas, resulta
hermoso y cálido.
Quizás ayude a
sacudir la nostalgia, empuje hacia delante la melancolía y traiga la
comprensión con la fe de la mano.
Mariana Russo
y Alberto Maslíah sin dudas han hecho un trabajo brillante y valiente, porque
este temita de morir no se puede navegar impreciso y para meternos hay que
hacerlo mejor en un film.
Y estos
creativos se rodearon de artistas maravillosos, que comprendieron el lenguaje,
los gestos y la importancia de la trama. Ricardo Merkin, Agustín Vásquez
Corvalán, Victoria Raposso, Ariadna Asturzzi, Estela Garelli, Livia Fernán,
Santiago Magariños, Julia Amore, Daniel Lambertini, comprometidos con el cuento,
destacándose cada uno en lo suyo porque siento que han comprendido, el espíritu
de lo que se quiso trasmitir.
La fotografía de Virginia Rojas que tanto ayuda a superar eso que a veces cuesta mencionar. 77 minutos de amor, se ve pese a todo. Un mes en cartel, película nacional, aplausos y a verla en todas las plataformas, vale la oportunidad. ¡Muy buena! (Meche Martínez)
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