Lleva funciones agotadas y eso dice mucho. El Teatro San Martín se viste de gala para esta obra tan controversial, al punto de confrontar la Fe católica.
La actriz Eleonora Wexler
protagoniza “El testamento de María” y es dirigida por Julio Panno. A partir de
los jueves a las 19:30, en la Sala Cunill
Cabanellas se invoca y se cuestiona.
Con libro de Colm
Tóibín, la voz de María, se hace viva en la interpretación de la querida
actriz, que vuelve a deslumbrar nuevamente, en escena solita mi alma y
abrazando un texto tan controversial.
Una mujer destruida tras la trágica
muerte de Jesús, su hijo, recuerda los acontecimientos que le tocó vivir. “Aquí
quien habla no es virgen ni diosa, sino una madre judía, ciudadana de un
extremo del imperio romano donde aún alientan ritos helénicos, convencida de
que su hijo se ha dejado corromper por nefastas influencias políticas”.
Solo Wexler puede profundizar en la interpretación,
transmitir físicamente esa dura nostalgia, revivir la época de calma y
seguridad destruida, por la implicación de Jesús en disturbios.
Ese personaje escrito por Tóibín de aparentes sanaciones milagrosas acabaron con la crucifixión del hombre que había llevado en sus entrañas. María recuerda y habla.
Eleonora Wexler nos hace volver al momento, a la historia y hasta cuestionar la fe.
Con extraordinario virtuosismo y admirable
capacidad dramática, la actriz compone una cuestionable historia contemporánea,
lleno de luz y dolor, un lamento que nace de la tradición y llega hasta
nuestros días creíblemente.
La obra teatral, interpela por lo
descarnada, pero también hace a los creyentes realizar un ejercicio de la
memoria y abrazar a esa mujer. Aquí no es Jesús y María, en escena se expresa
el relato de una madre que cuenta cómo fue muerto su hijo. Tanto los romanos
como los judíos lo querían muerto y eso se narra. La versión al español a cargo de Agustí Villaronga y Enrique Juncos, es bellamente
comprensiva.
“El testamento de María” cuenta
con música en vivo de Fernando Albinarrate, la participación de la soprano Rocío
Noziglia, e iluminación del mismo Panno, el director de la obra.
El cuentito es tolerable gracias a la actuación de Eleonora Wexler que le brinda humanidad y le quita solemnidad. Es una ficción sin dudas y lo que se logra en la pieza teatral, es comprender el dolor de una madre con lo que ocurre con su hijo, y eso hace la diferencia en la dramaturgia.
La capacidad de reflexión que hay
cuando uno se va a su casa, es la razón de sentir que esa función, que se
desarrolla en Sala Cunill Cabanellas, del teatro ubicado en Av. Corrientes 1530,
valió la oportunidad.
Tiene varias versiones en el
mundo, pero creo que la nuestra es una gran versión… y verla más de una vez, si
consiguen entradas, es una clase de fe y una razón más para repensar la
historia. ¡Excelente! (Meche Martínez)
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