Autor y dirección: Alejandro Robino Actuación: Manuel Vignau
En menos de una
hora veinte minutos —un suspiro cronometrado— Alejandro Robino nos pasea por
medio siglo de Argentina guiándose por un termómetro tan doméstico como
político: el precio de la carne. Desde la dictadura hasta estos días de Milei,
la pieza atraviesa épocas sin grandilocuencia, con una puntería de orfebre que
jamás sermonea. En un teatro mínimo, la obra se agranda hasta volverse espejo:
ahí estamos, una y otra vez, cayendo y levantándonos, como quien endereza la
mesa coja y vuelve a servir el plato.
La dramaturgia de
Robino es un hilo fino y resistente. Va enlazando memoria personal y economía
cotidiana, y en ese tejido lo que aparece no es la consigna fácil sino una
certeza quieta: Argentina es un país enorme, incluso cuando duele. No hay
tiempo ocioso; cada minuto trabaja —labura— para contar algo que nos involucra
a todos. El director sabe cuándo callar y cuándo apretar el nudo, y esa
sobriedad hace que el golpe llegue hondo.
Manuel
Vignau firma una
actuación inmensa, contundente, brillante. Con cuerpo y voz va mudando de edad,
de oficio, de ánimo, como quien se prueba trajes heredados y, al mirarse,
reconoce al que fue y al que será. Se le ven pasar los años sin maquillaje de
exhibición: apenas gestos, respiraciones, una manera de apoyar la palabra que
vuelve transparente la vida entera del personaje. Es conmovedor porque nunca
“actúa” el sentimiento; lo deja crecer hasta que nos alcanza.
La escenografía,
pintada a mano, es un hallazgo: dinámica, dúctil, se recicla ante nuestros ojos
como el propio protagonista. Cada módulo se convierte en otro objeto, otro
tiempo, otra estación de trabajo. Y, en el centro, la nostalgia por ese padre y
su tienda de alta costura: un taller de puntadas finas que se desarma y arma en
miles de oficios, igual que el país. El espacio chico se vuelve mapa y memoria,
barrio y balance.
Salí muy
emocionada y esa emoción la transité por varias escenas. No por derrota, sino
por la tristeza de vernos insistir y, aun así, volver a intentarlo. Porque lo
que hacemos es laburar y laburar, y porque esta obra —que parece pequeña— es,
en verdad, enorme. “Un error de cálculos puede pasar” es teatro que nos
recuerda quiénes somos cuando la cuenta no cierra pero la dignidad sí. Vayan a
verla: es breve, es hermosa y, sobre todo, es necesaria. Imperdible para
cualquier argentino! (Meche Martinez)
Ficha técnico
artística
Duración: 75
minutos
No hay comentarios:
Publicar un comentario