El
regreso de una historia que aún nos duele
Hay obras
que no envejecen, que siguen latiendo con la misma intensidad que el día de su
estreno. Made in Lanús es una de ellas. Esta versión evocativa nos
transporta al año 1983, cuando la democracia asomaba en la Argentina y la
posibilidad de volver al país era un privilegio reservado a unos pocos: los que
habían podido irse, los que habían prosperado, los que aún estaban vivos… pero
no solo vivos físicamente, sino despiertos, conscientes, cargando con una culpa
tan honda como el exilio mismo.
Esa
historia la conocemos todos, pero no podemos ni debemos olvidarla. Es la herida
de una nación, el eco de la etapa más sangrienta de nuestra historia. Made
in Lanús nos enfrenta con ese dolor y con la memoria de aquellos que se
quedaron, resistiendo en silencio, y de aquellos que regresaron, intentando
reencontrarse con un país que ya no era el mismo.
La primera
vez que vi Made in Lanús fue hace casi 39 años, en 1986. Marta Bianchi,
Leonor Manso, Patricio Contreras y Luis Brandoni le dieron vida a estos
personajes con una intensidad que marcó a toda una generación. Luego llegó la
versión cinematográfica de Juan José Jusid, que nos hizo vibrar y llorar con
cada escena. Hoy, la Calle Corrientes nos ofrece una nueva puesta de esta obra
histórica. Un elenco renovado, más joven, pero el mismo texto, la misma
esencia. Y, sin embargo, verla hoy es un golpe en el pecho: la actualidad de
sus palabras es escalofriante. Sentados en la butaca, nos retorcemos al
reconocer en el presente los mismos conflictos, la misma lucha, la misma
Argentina que no deja de debatirse entre la esperanza y la desilusión.
Diez años
de exilio y el regreso… pero ¿quién vuelve realmente? ¿Cómo regresan Mabel y
Osvaldo? ¿Y Yoly? ¿Y El Negro? Los que se quedaron, resistieron a su manera;
los que partieron, intentan hallar su lugar en un país que, como siempre,
parece moverse en círculos. Los gobiernos cambian, la miseria se recicla, pero
hay algo inmutable: la pasión, la garra, la identidad de un pueblo que, a pesar
de todo, sigue eligiendo creer.
En esta
versión, Cecilia Dopazo construye una Mabel contenida, que camina entre la
nostalgia y la incertidumbre. Esteban Meloni imprime en Osvaldo una
sensibilidad que nos toca de cerca. Alberto Ajaka sostiene con firmeza el
carácter de El Negro. Pero es Malena Solda quien nos deja sin aliento en la
piel de Yoly. Su interpretación es un viaje en el tiempo, un puente que nos
transporta al 86, a aquel dolor que nos laceraba, al mismo orgullo de ser argentinos
que, con todas nuestras contradicciones, aún nos define.
La
dramaturgia de Nelly Fernández Tiscornia nos habla de un país marcado por la
dictadura y la guerra de Malvinas, pero también de la lucha permanente de los
argentinos por encontrar su lugar en el mundo. Hoy, las batallas son otras,
pero la esencia sigue siendo la misma. Volver a ver Made in Lanús no es
solo un acto teatral. Es un deber de memoria, una caricia y una herida al mismo
tiempo. Es un recordatorio de quiénes somos y por qué, pese a todo, seguimos
eligiendo este suelo.
Ver Made
in Lanús es necesario. (Meche
Martínez)
Miercoles a Viernes, 20:00 Hs Sabado, 19:30 Hs y 21:30 Hs Domingo, 19:30 Hs
Multitabaris Comafi, Avda Corrientes 831, C.A.B.A.
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