La gacetilla dice “Una
travesía femenina de amor”, coincido; y “una mujer a través de una ventana
imagina la vida de otras, y refleja la propia”. Esa ventana funcional que gestó
su escenógrafo José Escobar, es casi necesaria para deslizar la versatilidad de
esta historia a contar.
Alivia el contenido
con la música original de Daniel Quintas, e ilumina las luces de Sebastián
Evangelista. Hay equipo, hay corazón, hay sentido…. Se siente el compromiso
ante la causa.
8 de marzo, día de la
mujer provocó una gran convocatoria, bien podría sumarse esta propuesta al
latir nacional, de “Ni Una Menos, vivas nos queremos”, pues entre líneas se
puede ver, ese sentimiento que quiere su autora contar, ante esa mujer que se
siente no escuchada, descalificada, despreciada.
Leticia Torres, quizá
por su ductilidad, logra ese encanto al transmitir la palabra de Villamil, que
con alto contenido de humor y mucha nostalgia, cuenta la cotidianidad, la
poética de ese amor que se quiere siempre como deseo, pero cuesta concretar
fuera de los libros, de las pantallas, de los escenarios.
Cintia Miraglia
nuevamente logra que el público se emocione, empatice y quiera seguir viendo
sus propuestas.
Un equipo de mujeres,
que se sumó un sensible como José Escobar, que dio aire con su música original
Daniel Quintas, y que brindó la luz necesaria Sebastián Evangelista.
¡Para ver! ¡Muy buena!
(Meche Martinez)
RAYITO DE SOL, un amor sin tiempo es una travesía femenina de amor. Una mujer que a través de una ventana imagina la vida de las otras y refleja la propia. Relata con humor y dulce melancolía sus peripecias amorosas en las que se cuelan su cotidianidad como mujer, iluminando con crudeza poética el derrotero que supone superar los miedos y los obstáculos para vivir su propio deseo.
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