El amor como refugio ante el olvido
Algunas historias
nos sacuden con su verdad, nos envuelven con su dulzura y nos enfrentan a lo
inevitable con una sensibilidad que deja huella. En otras palabras, la
obra de Matthew Seager, logra precisamente eso: conmover sin caer en golpes
bajos, hablar del Alzheimer con respeto y profundidad, y recordarnos que el
amor, aunque no detenga el deterioro, puede ser un refugio.
La dirección de
Nicolás Vázquez es un gran acierto. Con su característica sensibilidad, logra
un tono equilibrado entre el drama y la ternura, permitiendo que el espectador
transite por distintos estados emocionales sin sentirse abrumado. La puesta en
escena es minimalista pero efectiva, centrando la atención en los protagonistas
y en la evolución del vínculo a medida que la enfermedad avanza.
Andrés Gil ofrece
una actuación correcta y contenida como Abel, logrando transmitir la confusión
y el dolor de su personaje sin excesos. Sin embargo, es Gimena Accardi quien se
adueña del escenario con una interpretación descomunal. Su Juana es fuerte, amorosa,
desgarradora; ella sostiene la obra con una entrega que conmueve hasta las
lágrimas. Con garra y coraje, nos muestra a una mujer que lucha contra lo
imposible, enfrentando la pérdida de quien ama sin perder la esperanza ni la
dignidad.
La sala ríe,
sonríe y llora. Hay momentos de ternura y humor que alivian la carga emocional,
pero el nudo en la garganta es inevitable. En otras palabras no solo es
una historia de amor, es un recordatorio de la fragilidad de la memoria y del
poder de los afectos. Una propuesta acertada, profunda y humana, que deja una
marca en cada espectador. PARA VER (Meche Martínez)
Traducción: Santiago Fernández
Actúan: Gimena Accardi, Andrés Gil