Una radiografía del presente en clave teatral
En La era del
olvido, el dramaturgo y director Francisco Estrada nos sumerge en un
relato de precisión quirúrgica, donde el peso de la herencia –tanto material
como simbólica– se convierte en el motor de una trama tan contemporánea como
punzante. La puesta en escena, que puede verse los sábados a las 20:45 en El
Camarín de las Musas, es un ejercicio de síntesis y contundencia que no
deja lugar para lo superfluo.
Con una
interpretación sensible y profunda de Germán Rodríguez, el protagonista
encarna la tensión entre lo heredado y lo propio, cuestionando, a través de una
introspección casi filosófica, el valor de la administración pasiva del legado
frente a la construcción de una identidad. Su actuación no solo sostiene el relato,
sino que lo enriquece con matices de vulnerabilidad y fuerza en una combinación
difícil de lograr.
La dramaturgia de
Estrada se construye con precisión: diálogos justos, ritmo sostenido y una
narrativa que atrapa sin desviaciones innecesarias. La dirección, también a su
cargo, se inscribe en esa misma línea de solidez y claridad conceptual. La
elección de una escenografía despojada (Francisco Estrada y Ariel Vaccaro)
refuerza la sensación de vacío y peso existencial que atraviesa la obra,
permitiendo que el texto y la actuación brillen con naturalidad.
La iluminación de Paula
Fraga juega un rol clave en la atmósfera de la obra, subrayando momentos de
tensión y cambio emocional con una sutil pero efectiva variación de
intensidades. Por su parte, Daniel Grilli aporta en la realización
eléctrica un soporte técnico que complementa sin invadir.
Todo el equipo
trabaja en función de una pieza certera y compacta, donde la economía de
recursos es sinónimo de inteligencia teatral. No hay excesos ni derroches, solo
lo necesario para comunicar, impactar y dejar al espectador con preguntas
abiertas. Los políticos deberían ver esta obra… hacer sin malgastar.
En tiempos donde
el pasado se debate entre la memoria y el omisión, La era del olvido nos
interpela con una pregunta fundamental: ¿De qué vale un heredero que solo
administra lo que recibe? Una obra que no solo acompaña la realidad, sino
que la desnuda con una mirada aguda y sin concesiones. Para ver. (Meche
Martinez)
Dramaturgia: Francisco Estrada
Diseño de escenografía: Francisco Estrada, Ariel Vaccaro
Realización Set-electric: Daniel Grilli
Diseño De Iluminación: Paula Fraga
Diseño gráfico: Estefanía Piccini
Colaboración artística: Mariana Garcia Guerreiro
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